Me encanta celebrar el año nuevo. El acabar un ciclo y empezar algo diferente  me hace sentir esperanzada y entusiasmada de que puedo comenzar algo mejor, explorar nuevas oportunidades y, ¡ahora sí!, cumplir mis propósitos de año nuevo. Por cierto, ayer leí sobre las investigaciones del Dr. John Norcross, quien ha investigado los procesos de cambio y descubierto que hacer propósitos de año nuevo SÍ hace más probable que  cambiemos nuestras conductas o adquiramos hábitos nuevos.

Hace poco me enteré de una tradición mexicana que no conocía: la de “quemar el año viejo”. En los estados del sureste de México se acostumbra hacer un muñeco a base de ropa vieja, paja y cartón, que representa  el año viejo y quemarlo en fin de año. Como todos los rituales, está lleno de simbolismo y la idea de “quemar”, dejar ir o incluso limpiar o purificar con el fuego lo que termina me parece muy importante, pues nos permite abrir lugar para lo nuevo que viene.

En mi familia y con mis colegas de Grupo Campos Elíseos tenemos un ritual de año nuevo. Se trata de responder a unas preguntas que nos invitan a reflexionar sobre el año que termina y sobre nuestros sueños para el que empieza. Generalmente, cada persona escribe sus respuestas (no necesita compartirlas), las mete en un sobre y lo sella. Guardamos  los sobres y al final del año siguiente cada persona abre el suyo y puede ver qué pudo cumplir de lo que se propuso y poner en la balanza su año.

Les comparto estas preguntas por si ustedes quieren contestarlas:

1.¿Cuál fue uno de los momentos que más disfrutaste este año ?

2. ¿De qué estás más agradecido este año?

3. ¿Cuál fue tu logro más importante en este año?

4. ¿Qué es algo nuevo que hayas aprendido este año?

5. ¿Qué te alegras de dejar atrás con el año que termina?

6. ¿Cuál es uno de tus proyectos más importantes para el año próximo?

7. ¿Qué quieres hacer por los demás el año próximo?

8. ¿Qué quieres hacer por ti este nuevo año?

¡Felìz año Nuevo!