Encarna Tagueña, mi primera maestra de psicología positiva
Hace una semana murió la maestra Encarnación Tagüeña. Ella fue la directora de la Nueva Primaria de México (hoy Colegio Ciudad de México), la escuela en la que estudié desde el kinder hasta la preparatoria. El colegio era de verdad mi segunda casa y mucha de la gente que conocí ahí se convirtió y sigue siendo como una familia extensa para mi. Esa sensación de estar en un lugar seguro y en familia se debía en gran medida a la Sra. Tagüeña, en parte porque hablaba como mis padres y mis abuelos, pero sobretodo porque siempre estaba sonriente y de buen humor, nos conocía a todos, nos escuchaba con paciencia en una época en la que a los niños no siempre se les escuchaba, nos hacía sentir que lo que decíamos era importante y tenía una actitud conciliadora y tranquila ante los problemas. Creo que era la única escuela de México en la que a los niños no les preocupaba que los mandaran a la dirección.
Como niña, al verla tan sonriente, jamás me hubiera imaginado que Encarnita había pasado penas terribles hacía no muchos años. Y supongo que los adultos que la conocieron en México tampoco se lo imaginaban. Ella decía que se había muerto en 1939 y que había vuelto a nacer al llegar a México en 1961. No voy a contar su historia, los invito a que lean esta breve semblanza o que la escuchen de viva voz, pero sí quiero mencionar que cuando tenía menos de 20 años, durante la guerra civil española, Encarnita estuvo presa por estar del lado republicano; que junto con su madre-también maestra- se hizo cargo de 200 niños huérfanos e hijos de combatientes; que, poco después de casarse, su esposo salió a Francia y ella crió sola a su hija a partir de entonces; que volvió a estar presa y estuvo a punto de morir de tuberculosis. Increíble, pero a pesar de todo eso era una mujer alegre y llena de amor. Cuando se retiró de la escuela se dedicó a hacer trabajo voluntario con niños y jóvenes en situaciones precarias y víctimas de violencia. Hizo este trabajo voluntario ¡hasta los 92 años de edad!
Murió a los 96 años y, como dijo mi amigo Manuel, fue un ejemplo de una vida plena. En su velorio nos juntamos muchísimo ex-alumnos de todas las generaciones, y compartimos anécdota tras anécdota y recuerdos lindos de Encarnita (por cierto que siempre me hizo gracia que le dijeran «Encarnita» porque medía como uno ochenta, fue campeona de basquetbol). Fue conmovedor ver a cuántas personas había tocado a lo largo de su vida y cómo influyó en nuestro desarrollo y en el tipo de personas en las que nos convertimos. Una de sus sobrinas me comentó «suena mal decirlo, pero esta reunión tiene muy buen ambiente… y es que estamos celebrando su vida». Un sobrino nieto me dijo «lo que más recuerdo de ella era su optimismo, tenía un optimismo realmente inquebrantable». Mi amiga Ana María lo resumió de una forma maravillosa: «mi Maestra Encarnita…que era la sonrisa, la paciencia y el amor encarnado….»
Siempre quise mucho a la maestra Tagueña y tuve la suerte de seguirla viendo de cuando en cuando a través de los años. Pero fue el día que murió cuando me di cuenta del impacto tan grande que había tenido en mi vida y al analizar por qué me «cayó el veinte» de que ella realmente era un ejemplo de psicología positiva en acción. Hice un inventario mental de conceptos de psicología positiva:
- Emociones Positivas (alegría, amor, curiosidad, entusiasmo, justicia, chispa por la vida…): SÍ
- Buenas relaciones con los demás: SÍ
- Propósito y sentido de vida: SÍ
- Gratitud: SÍ
- Respuestas Activas-Constructivas: SÍ
- Bondad y dedicación a los demás: SÍ
- Optimismo: SÍ, doble SÍ
- Resilience: ni se diga, SÍ, SÍ, SÍ
Muchísimos años antes de que yo me interesara por el estudio de lo mejor de las personas, la Maestra Tagueña me mostró cada día lo mejor de las personas. Y le estaré siempre agradecida.
Descansa en paz, Encarnita, sabiendo que dejaste el mundo mejor de lo que lo encontraste y que miles de niños, ahora grandes, te llevamos en el corazón.
La última lección que nos enseñaste fue la más importante de todas: cómo vivir una vida bien vivida.
Con todo lo dicho ya no hay nada más que decir, solo que mujeres así siempre van a ser parte de nuestras familias, en las conversaciones a la hora de la comida o cena, ella está con nosotros.¡Encarnita gracias por todo !
Muchísimas gracias por compartir tu texto, Margarita, tu texto que muchos de nosotros compartimos cariñosamente. ¡Cómo me habría gustado ir al velorio! Lo supe al día siguiente, y… en fin. El cariño que yo también recibí durante toda mi estancia en la escuela (igual que tú, desde kinder a 3o de prepa… y luego 10 años de maestro) pude seguir viendo a Encarnita, al igual que muchos años después, tanto en el DF como en Cuernavaca y en Tenancingo, donde una vez estuvo invitada toda la familia y pasamos un fin de semana que siempre ha sido inolvidable y que hoy surge continuamente en la plática… Besos.
Me encanta lo que escribiste Marga, y en realidad fue así. Siempre fue un ejemplo de bondad y fuerza al mismo tiempo, de alegría y sabiduría, de compasión y valentía. Todos la recordaremos porque marco nuestras vidas y de que manera…. También sé que una de las alumnas de las cuales estaría más orgullosa es de ti! Mi admiración siempre!