Mantenernos Curiosos

Mantenernos Curiosos

Publicado en Mente Sana  no.58

“La curiosidad mató al gato” dice el refrán. Pero las investigaciones científicas recientes demuestran que no  es así, o al menos sugieren  que las personas no somos como los gatos. La curiosidad no nos hace daño, al contrario: cada día hay más evidencia de la importancia que tienen para nuestro bienestar.

Barbara Fredrickson (de la Universidad de Carolina del Norte, EUA), una de las investigadoras más importantes dentro de la Psicología Positiva, ha estudiado la diferencia entre las emociones positivas y las emociones negativas. Aunque todas las emociones son normales y constituyen parte de la experiencia humana, generalmente podemos clasificarlas de acuerdo a si nos gusta sentirlas o no. Por “emociones negativas” nos referimos a  la ansiedad, el miedo, el enojo, la tristeza, mientras que entre las “emociones positivas” están la alegría, la serenidad, el entusiasmo, el asombro, etc.  Las emociones negativas son las que más se han estudiado y los psicólogos concluyen que éstas juegan un papel muy importante para nuestra supervivencia como especie: el miedo, el enojo o la ansiedad son “banderas rojas” o señales de alarma que nos preparan para enfrentarnos a un peligro o para huir de él. Las emociones negativas nos hacen concentrar nuestra atención en lo que nos preocupa o amenaza para poder mantenernos a salvo.

Hasta hace poco los psicólogos no habían investigado las emociones positivas, se pensaba que probablemente no tenían importancia para la supervivencia humana. Pero la Dra. Fredrickson ha descubierto algo fascinante: las emociones positivas nos hacen estar más abiertos ante la información, ampliar nuestro foco de atención y tener ganas de explorar el mundo que nos rodea. Esta curiosidad e interés por el mundo son  la base para el descubrimiento y la creación, dos actividades fundamentales para los seres humanos.

Otro grupo de investigadores, encabezado por Christopher Peterson (Universidad de Michigan, EUA) y Martin Seligman(Universidad de Pensilvania,EUA), ha estudiado las fortalezas de carácter y las virtudes humanas. Entre estas virtudes  están el conocimiento y la sabiduría, que tienen que ver con la curiosidad y el interés por el mundo, así como con el amor por el aprendizaje, el buen juicio, el pensamiento crítico, la apertura mental, el ingenio, la originalidad. Todas estas características se asocian con la capacidad de explorar  e involucrarnos con el mundo que nos rodea. Esta capacidad es importante porque se ha visto que uno de los pilares de la felicidad es justamente  el relacionarnos activamente con nuestro entorno físico y social, utilizando nuestras capacidades y fortalezas en la vida cotidiana.

Otro investigador, el Dr. Todd Kashdan, de la Universidad George Mason (EUA) propone que la curiosidad es el motor que nos permite vivir una vida plena. Él ha encontrado que la alegría más grande y el crecimiento personal no se dan cuando buscamos la certeza o la seguridad, sino cuando estamos abiertos ante la experiencia y disfrutamos lo desconocido, pues el placer de las experiencias novedosas dar más y les “sacamos más jugo”.  Mihalyi Csikszentmihalyi ha estudiado a las personas creativas y ha encontrado una de sus características es que se dejan llevar por su curiosidad. Este investigador recomienda que cuando algo despierte nuestro interés, lo sigamos, que nos tomemos el tiempo para averiguar más sobre eso y explorarlo.

Todos sabemos que los niños nacen llenos de curiosidad, y constantemente están aprendiendo cosas nuevas, pero tristemente la mayoría de nosotros tendemos  a perder esa gran curiosidad al ir creciendo. No es casual que las investigaciones indiquen que los niños tienen mucha más “chispa de la vida” que los adultos. La curiosidad es un ingrediente importantísimo para sentirnos realmente vivos. ¿Qué podemos hacer para mantener y cultivar nuestra curiosidad e interés por el mundo?

  • Poner atención a los detalles del mundo cotidiano
  • Aprender algo nuevo cada día, por ej.  una palabra de nuestro propio idioma o de una lengua extranjera.
  • Leer un artículo completo del diario todos los días.
  • Preguntarle a un compañero de trabajo algo que no sepamos sobre su vida.
  • Tomar un camino diferente del que normalmente usamos  para ir a un lugar.
  • Hablar con una persona desconocida en la cola del supermercado o esperando al autobús.
  • Acudir a un museo, parque o sitio histórico y tomar una visita guiada gratuita.
  • Entrar a una galería de arte o un museo y dedicarle 5 minutos completos a observar una obra.
  • Visitar una zona de nuestra ciudad que no conozcamos bien, o un poblado cercano si vivimos en una localidad pequeña.
  • Oir una estación de radio diferente a la que normalmente escuchamos.
  • Preguntarle a nuestros padres  algo sobre su infancia.
  • Pedirle a nuestros hijos que nos envién  un “link” o enlace de internet a un sitio que a ellos les parezca interesante.
  • Leer un libro mensualmente.
  • Cocinar una receta nueva en casa o comer un platillo desconocido en un restaurant…

`Las posibilidades son ilimitadas, la clave está en estar abierto a la nueva información y las experiencias novedosas y que en nuestras interacciones con otras personas preguntemos sobre cosas que no sabemos y que realmente nos gustaría conocer.

Para terminar quisiera mencionar una investigación reciente que le da una nueva dimensión a la frase “muertos de aburrimiento”. Hoy hay evidencia de que el aburrimiento literalmente nos puede matar. Un estudio llevado a cabo en Inglaterra le dió seguimiento  a un grupo de trabajadores gubernamentales durante 20 años, desde fines de los años 80s hasta el 2009. Entre otras cosas, a los participantes se les preguntaba si se sentían aburridos en el trabajo. Los investigadores encontraron que los participantes que reportaban sentirse muy aburridos en el trabajo tenían más del doble de probabilidades de morir de un problema cardiaco que los que no estaban aburridos. Así que la curiosidad y el interés por el mundo, como otras emociones y rasgos positivos, pueden contribuir de una forma muy real a nuestra calidad de vida e incluso a nuestra longevidad. Tal vez el refrán debería de decir que el aburrimiento mató al gato…

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