Gozar de la Vida

Gozar de la Vida

Publicado en Mente Sana 55 (marzo de 2010)

Si ha oído música tropical latinoamericana seguramente habrá notado que con frecuencia a media canción se oye un grito de “¡a gozar!” Ese sabio consejo de Celia Cruz ahora tiene eco no sólo en los salones de baile, sino en los laboratorios de psicología de algunas de las mejores universidades del mundo.

La capacidad de gozo es uno de los componentes más importantes de la felicidad.

Hasta hace poco, los psicólogos habían estudiado mucho sobre el dolor, pero muy poco sobre el gozo. La Psicología Positiva propone investigar y promover “lo que hace que la vida valga la pena” (Peterson, 2006) y entre las experiencias que hacen que la vida valga la pena está el poder gozar de ésta. En francés existe el término “Joie de vivre”, que se refiere precisamente a esa capacidad para disfrutar la vida. Hoy en día hay estudios científicos que han encontrado que la capacidad de gozo es uno de los componentes más importantes de la felicidad.

Si yo le pidiera que hiciera un álbum con fotografías de algunos de los momentos más gozosos de su vida, ¿cuáles incluiría? Tal vez el nacimiento de su hijo, su boda, o la graduación de la escuela. Aquella fiesta sorpresa que le organizaron sus amigos cuando cumplió 16 años o el homenaje que le hicieron sus compañeros de trabajo cuando se jubiló. O los pequeños gozos cotidianos: como el café humeante de cada mañana en el bar de la esquina, caminar con los niños hasta la escuela, o reunirse a charlar con los amigos… Cada uno de nosotros tiene sus propios gozos, pero al mismo tiempo, éstos tienen elementos comunes.

¿Qué caracteriza a las experiencias de gozo?

Barbara Fredrickson (2008), una de las investigado- ras más importantes de las emociones positivas, ha encontrado que sentimos gozo cuando:

• Estamos en un ambiente conocido y seguro

• Las cosas van bien y

• La situación requiere poco esfuerzo de nuestra parte en ese momento

Fredrickson describe así la sensación de gozo: “El gozo se siente brillante y ligero. Los colores parecen más vivos. Das un salto con cada paso. Tu cara se ilumina con una sonrisa y un brillo interno. Te dan ganas de absorberlo todo, de jugar, de tirarte un clavado e involucrarte con el mundo”.

Hay gente que parece disfrutar de manera natural, pero ¿se puede aprender a gozar más de la vida? Sí, es la respuesta avalada por investigaciones de Fredrickson y colaboradores. Ellos han encontrado que un aspecto importante del gozo tiene que ver con la autoestima, con creer que nos merecemos disfrutar de las cosas buenas.

El saber saborear las cosas nos permite gozar nuestras experien- cias más intensamente y durante más tiempo.

Otra faceta importante del gozo y una manera de gozar más es aprender a saborear, a tomarnos el tiempo y poner atención para apreciar cada aspecto placentero de las cosas: el olor, la textura y el sabor de un guiso; el aroma y el color de una flor; la melodía y la harmonía de una canción y el timbre de voz del cantante… Hay un refrán en inglés que dice que hay que “parar para oler las rosas”. Justamente no dejarnos dominar por la prisa y detenernos para percibir de manera más consciente lo que nos rodea es el camino para saborear más. El saborear nos permite disfrutar nuestras experiencias más intensamente y durante más tiempo.

Para saborear más, a veces tenemos que cambiar nuestras circunstancias, por ejemplo, podemos disfrutar más de la compañía de la familia si decidimos apagar la televisión y no contestar el teléfono durante la cena, o maximizar el disfrute de la conversación con un amigo si hablamos mientras damos una vuelta por un parque. Cuando vamos de vacaciones, el cambio de contexto es total y esa puede ser una de las razones por las que generalmente disfrutamos tanto cuando estamos de viaje. La cuestión es ¿cómo disfrutar nuestra vida diaria como si estuviéramos de vacaciones? Una de las claves puede estar en la atención que le ponemos a las cosas. Tendemos a no hacerle mucho caso a lo “conocido”, a darlo por hecho, mientras que lo novedoso nos provoca curiosidad y apertura a las experiencias. Si podemos ver lo normal con curio- sidad y atención, seguramente lo disfrutaremos más. (El terapeuta australiano Michael White usaba una frase muy bonita, tomada de Bourdieu: “hacer exótico lo doméstico”).

Sabemos que las personas somos “animales sociales” y lo somos también en lo que respecta al disfrutar: cuando compartimos las experiencias placenteras y las buenas noticias, cuando celebramos juntos, multiplicamos nuestro gozo. Así que una de las maneras más sencillas para gozar más de la vida, es compartir nuestras experiencias con otras personas. Esto tiene la ventaja de que cuando narramos o contamos algo que gozamos, lo volvemos a vivir un poco, y así prolongamos sus efectos positivos, además de que nos acerca a las personas con las que lo compartimos y se fortalece nuestra relación.

Un ejercicio muy útil, diseñado por Fredrickson, es el siguiente.

Identifique cómo se siente el gozo para usted (recuerde que generalmente se da en contextos seguros, cuando las cosas van bien y no se requiere hacer mucho esfuerzo en ese momento).

Responda a las siguientes preguntas:

• ¿Cuándo fue la última vez que sentí gozo?

• ¿Dónde estaba?

• ¿Qué estaba haciendo?

• ¿Con quién estaba?

• ¿Qué otra(s) cosa(s) me provoca(n) ese sentimiento?

• ¿Puedo pensar en aún más cosas que me hagan sentir gozoso?

• ¿Qué puedo hacer actualmente para cultivar el gozo en mi vida?

Lo invito a que identifique al menos una cosa que pueda hacer para gozar un poco más y a ponerla en práctica hoy mismo.

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